Durante dos meses, cuatro horas diarias, Dalí estuvo pintando una hogaza de pan dentro de una cesta. ¿Por qué tanto tiempo para un simple pedazo de pan sobre fondo negro? Ni siquiera era el primero.
El pan no era un elemento baladí ni en la obra de Dalí ni en su vida. “El pan ha sido siempre uno de los temas fetichistas y obsesivos más antiguos de mi obra, aquél al que he permanecido más fiel”, decía el propio Dalí. Era el segundo pan que pintaba, además, una obra tan simple como misteriosa que, en su segunda versión, terminó cuando acabó la Segunda Guerra Mundial: “Aquí tenemos una obra sobre la que nada se puede decir: ¡El enigma total!”, aseguraba.
Dalí pensaba que observar el pan ayudaba a entender el arte y que, comparando sus dos cuadros titulados igual ('La cesta de pan', de 1929 y de 1945), se podía contemplar la historia del arte. El pan, en resumen, significaba el arte y se convertía en su metáfora: ambos alimentan y alimentarse es vida. ¿Es el pan, por tanto, vida? De lo más serio a lo más absurdo, Dalí no dejó de incidir en la importancia del pan y hasta de su posible condición de arma revolucionaria. Llevando al extremo su relación con el pan, adquirió la costumbre de dar conferencias con un pan en la cabeza.
Dalí se planteó hasta crear una organización secreta del pan, cuyo principal objetivo sería “la sistemática cretinización de las masas”. Entre copas de champán, Dalí se vino arriba y propuso la elaboración de una barra de pan de quince metros para colocarlo en el lugar más inesperado y esperar la reacción de la gente. Y es que a Dalí nada le gustaba tanto como desconcertar: “¿Contiene explosivos? ¡No! ¿Está envenenado? ¡No! En otras palabras, es acaso un pan que posea alguna peculiaridad además de su desmesurado tamaño? No, indudablemente no, no es tampoco un anuncio. Luego los periódicos, ávidos de hechos insolubles, tomarían el acto por su cuenta, y el pan se convertiría en alimento para el desenfrenado celo de los polemistas natos.”
En el libro 'Los diners de Gala' es donde Dalí da rienda suelta a sus desvaríos culinarios e inventa palabras como 'gastroestética', que es lo que le lleva a alimentarse únicamente de alimentos cuya forma logra entender.
Otros alimentos como el huevo o la carne son recurrentes en la obra de Dalí, pero ninguno alcanza la presencia y significación del pan. Una obsesión que no es casual: cuando tenía seis años soñaba con ser cocinero.
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