Si todas las madres fuesen como Samantha Lee, no tendría sentido el dicho 'si las quieres las tomas y si no, las dejas', en alusión a ese plato que tanto nos atormentó de pequeños: las lentejas. Esta 'food artist' como ella misma se autodenomina ahora, sería capaz de hacer que te comieses lo imposible al volver del colegio. Por ejemplo, el brócoli.
Samantha estaba embarazada de su segunda hija cuando tuvo la idea de empezar a contar cuentos a su otra hija a través de los platos que le preparaba. La niña tenía un año y la madre quería que empezase a comer por sí misma, sin necesidad de obligarla, como ocurre tan a menudo con los niños que se niegan a comer lo que no les entra por la vista.
Era diciembre de 2008 cuando esta mamá de Malasia comenzó a idear suculentos platos, pero no comenzó a compartir sus obras hasta tres años después. Desde entonces, cada día cuenta una nueva historia para sus dos hijas (y para el mundo) que comparte en Instagram, una costumbre que le ha dado fama mundial.
Además de haber aparecido en la prensa internacional, más de medio millón de usuarias de Instagram se maravillan a diario con esos originales platos en los que las hélices de pasta con tomate se convierten en la melena de una princesa pelirroja, una tortilla en la cara de Pikachu o una hamburguesa en Totoro. Michael Jackson, Elvis, Caperucita y la Muerte, son algunos de los personajes que aparecen en sus platos. Samantha también invita a sus hijas a viajar creando estampas de ciudades como Nueva York o Londres a base de comida.
Compartiendo sus creaciones, Samantha aspira a animar e inspirar a otras madres que a veces no consiguen que sus hijos coman lo que realmente necesitan. <No es necesario que lo hagáis a diario, una vez de vez en cuando es suficiente>, les explica desde su página web.
Los platos de Samantha, tan nutritivos como creativos, combinan los alimentos necesarios para sus hijas. En base a ellos, comienza a 'dibujar' con la comida y el resultado no puede ser más suculento. Ella asegura que le gusta 'jugar con la comida', y con sus creaciones lo demuestra, pero detesta desperdiciarla.
Samantha ya no está sola: ahora sus hijas también participan en la elaboración de las historias mágicas de las que se alimentan cada día.
Compartir